La Copa Perú deja con vida a ocho equipos
que entrarán a disputar los cuartos de final en partidos de ida y vuelta. En la
lista de los ocho figura un equipo con mucha historia en nuestro fútbol, que
alguna vez escribió su nombre en la Primera División: Unión Huaral.
Y no hay duda que cuando hablamos de Unión
Huaral de inmediato lo relacionamos con la figura dimensional de Pedrito Ruiz,
su jugador símbolo, ese que hizo vibrar y llorar de la emoción a todo el pueblo
en la década de los 1970 y casi finales de los 1980. Ese que lo llevó directo a
su primer Campeonato Nacional y Copa Libertadores en el 1976, después de vencer
en la final a Sport Boys. Claro está ese Huaral tenía en Ruiz a su director de
orquesta pero estaba acompañado por otros que le daban a la banda musical una
sinfonía fina. Eusebio Acasuzo, Alejandro Luces, Teodoro Wuchi, Walter escobar,
José Cañamero, Eduardo Rey Muñoz, entre otros. Tal vez para muchos el mejor
equipo de su historia.
Casi en el ocaso de su carrera me tocó
verlo jugar en su querido Unión Huaral. En 1988 disputo la liguilla final en el
Estadio Nacional, Alianza Lima trataba de recuperarse de la tragedia del
fokker, Universitario de Deportes con Oblitas de entrenador buscaba el título,
Cristal tenía un buen equipo donde destacaba Francesco Manassero. Alfonso
Ugarte, Bolognesi querían dar la sorpresa. Pero ese Huaral tenía lo suyo, tenía
a Pedrito Ruiz. En esa liguilla frente al cuadro crema vi toda su capacidad. Es
cierto no corría pero que rápido pensaba. Antes que llegara la pelota a sus
pies sabía por dónde ubicar el balón. Una lectura de juego precisa como sólo lo
poseen esos jugadores sobrenaturales. Escribo esta nota y pasan por mi mente
ráfagas de flashback, pases, paredes, creatividad pura, creatividad hoy en día
un tanto dormida en nuestros jugadores. Porque el fútbol es eso creatividad,
talento. Se piensa con la mente y no con los pies. ¿Cuándo saldrá otro pedrito
Ruiz? quizás este descansando en un potrero de Huaral, con el sueño de darle al
balón. Por ahora sólo queda esperar.
Por Víctor
Bullón Bravo – Técnico de Fútbol
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