Esta semana la Segunda División fue noticia debido a hechos extradeportivos, en este caso la denuncia de una supuesta "echada" de los jugadores de Atlético Minero en el partido que perdieron el sábado anterior ante Caimanes en Matucana. El cuadro minero lució totalmente irreconocible en dicho encuentro, despertando muchas suspicacias; en especial cuando se realizó la denuncia por medio de redes sociales que utiliza el club de forma oficial. La denuncia fue eliminada horas después de su publicación dejando muchas interrogantes en el aire. La cereza del pastel fueron las amenazas que en los últimos días recibió el jefe de prensa de Atlético Minero de forma anónima relacionadas a este tema en particular.
Fueron muchos los directivos de clubes, hinchas y periodistas que alzaron su voz tanto a favor y en contra de que se haya hecho pública esta denuncia. Algunos, como es obvio exigen que el tema sea investigado a fondo para así velar por el correcto desarrollo del torneo. Otros en cambio afirman que es parte de una campaña para bajarse al actual líder de la Segunda, y están en todo su derecho de opinar de esa forma, al igual que quienes dicen que estas noticias no revisten mayor importancia y prefieren hacerse los locos. Lo irónico de esta situación es que se las dan de moralistas y al ignorar una denuncia de corrupción (porque una denuncia por compra de jugadores es corrupción acá y en cualquier parte del mundo), se convierten en cómplices cobardes de esa cochinada de la que tanto reniegan cual señoritas pitucas y terminan siendo simples alcahuetas de lo mismo.
A raíz de esta denuncia (no oficial según algunos) el jefe de prensa del Club Atlético Minero recibió amenazas contra su vida de forma anónima advirtiéndole que no hable más de la cuenta, un acto repudiable desde todo punto pero que a la vez no sorprende ya que hoy por hoy la sociedad peruana se ha vuelto extremadamente violenta y los delincuentes tienen vía libre para hacer lo que les da la gana. Entonces no es de sorprender que esa misma violencia se vea reflejada en el deporte y que por miedo nadie haga nada al respecto, así de mal andamos.
Como bien dicen la coima no da recibos, si hubieron irregularidades o no sólo Dios lo sabrá. Lo concreto es que si en verdad queremos cambiar nuestra realidad futbolística se debe empezar por erradicar la corrupción. Esa maldita corrupción que algunos tontamente confunden con criollada, pero en el fondo terminan siendo palomillas de ventana. Dirán algunos que eso es una batalla perdida, pero la lucha tiene que hacerse porque tirándola al córner no se ganará nada, seguiremos perdiendo como sociedad y mucho más como fanáticos del fútbol. Es inaceptable que la prensa se convierta en cómplice de la corrupción simple y sencillamente porque no les da la gana de informar; al final de cuentas terminan siendo igual o más delincuentes que quienes cometen actos ilícitos.
Por Giancarlo Córdova - Twitter: @giancarlogcv